Aclaro que esta reseña solo es del primer libro: La Tierra Larga. Es un libro que da gusto leer, que aúna con maestría las dosis justas de ciencia ficción, que es lo que es en esencia, con aventura y descubrimiento. Alejándose de otras propuestas más complicadas, los autores toman un tema a priori muy complejo y muy profundo, la idea de que vivimos inmersos en un multiverso, y nos la presentan de forma sencilla y amena, sin por ello renunciar a todas las cosas que hacen grande al género, con un estilo que nos hace evocar el de los libros de proto-ciencia ficción de Julio Verne.
Es la pluma de Baxter la que guía toda la obra, que a día de hoy, y si no sigue creciendo, (que creo que no lo hará), es una pentalogía de libros de alrededor de algo más de 400 páginas cada uno, y que han de leerse en este orden: «La Tierra Larga», «La Guerra Larga», «El Marte Largo», «La Utopía Larga» y «El Cosmos Largo».
Parece haber una clara simetría en el orden de los títulos, supongo que intencionada. La Tierra, el lugar de origen de la Humanidad; la guerra; Marte, un nuevo lugar para la Humanidad (y los posibles marcianos autóctonos que los protagonistas quizá se encuentren en uno de los Martes paralelos más alejados en el Marte Largo); Utopía, como concepto opuesto a la guerra; y Cosmos, el destino de la Humanidad.
Aunque es la mano de Báxter, ducho en la ciencia ficción, y con cierto toque asimoviano, la que en esencia escribe la obra, la idea original fue de Terry Pratchet, y, al menos en este primer volumen de la saga, podemos distinguir también el humor del genial autor del Mundo-Disco, que irradia en algunas partes. Pero si alguien creyó que «La Tierra Larga» no iba a ser una lectura esencialmente seria, por aquello de que es un mecanismo provisto de una patata el que permite por fin a los humanos adentrarse en los misterios de los mundos paralelos, he de decir que dicha -a priori- pintoresca elección se justifica plenamente en la trama.
Es, La Tierra Larga, una novela bien medida, con pocos personajes y papeles muy marcados, quizá siendo esta la única forma de aproximarse, desde lo sencillo, a la inmensa profundidad de lo que su fantasía sugiere. Y a través de esa sugerencia, maravillosa, se nos van soltando algunas reflexiones a cual más interesante acerca de la condición humana y nuestro lugar en el universo. Desde cosas que tienen que ver con la relación del ser humano con su entorno y con el valor del individuo frente a lo colectivo; pasando por la elucubración de lo que pasaría con la economía en un mundo donde de pronto el espacio ha dejado de ser un problema y el oro no vale nada, porque hay Tierras infinitas; hasta leves disquisiciones eminentemente científicas, sobre hechos como que la consciencia determina la realidad, según la física cuántica.
En la novela acompañamos a los protagonistas en un viaje de tintes juliovernianos, a través de mundos paralelos, cada vez más exóticos, en los que se sucederán sin tregua descubrimientos extraordinarios que llevarán continuamente a los personajes a la reflexión, a lo largo de capítulos cortos que se leen casi sin querer.
Hay una mezcla entre el pasado y el futuro, entre lo mítico y lo futurista, aunque no se trata de viajes en el tiempo, sino que todo se hilvana en el marco espacial de los universos paralelos, algo menos explotado en la ciencia ficción, y en lo que me atrevería a decir que esta saga sienta y sentará cátedra.
En fin, una lectura muy muy recomendable, que sería perfecta para llevar al cine; porque, de hecho, tiene un ritmo muy cinematográfico.
Están los cinco libros, todos, publicados en castellano, los primeros por Fantascy, los últimos por Plaza Y Janes, respetando el formato. Tapa blanda con solapas. Las mismas portadas que en inglés. Este primero está muy bien traducido, y apenas he encontrado una sola errata en todo el libro.
Mi puntuación: 4,5 sobre 5.