Comenta Richard Morgan, en los agradecimientos al final de esta novela, la influencia de «La espada rota», de Paul Anderson. Es curioso, pues estamos hablando de «Solo el acero», una obra de fantasía; y Poul Anderson fue uno de los grandes de la llamada edad dorada de la ciencia ficción (yo prefiero usar el término «fundacional» para referirme a esa época).
Claro que «La espada rota» es una obra de fantasía. Pero no una cualquiera. En la última edición revisada por el autor, Anderson añadió un prefacio en el que en cierto modo se justificaba porque un autor como él, de ciencia ficción, hubiese hecho esta incursión en el género fantástico que luego encumbró Tolkien (en palabras del propio Anderson). Más allá de que esa justificación fuese necesaria, lo cierto es que resulta de lo más interesante el punto de vista que da sobre la fantasía de «La espada rota». No es algo nuevo para mí, debo decir, pues siempre he considerado la fantasía como la siguiente esquina en la calle de la ciencia ficción. Pero sí que quizá abrió los ojos a muchos sobre este estrecho vínculo entre los dos géneros. Hoy ya empieza a ser común poder disfrutar de obras que no se encasillan en ciencia ficción o fantasía, donde la frontera entre ambas se diluye. Por ejemplo, la interesante y multipremiada trilogía de «La tierra fragmentada», de N. K. Jemisin.
En principio no es este el caso de «Solo el acero», una obra que si se lee sin observarla bien, es un nuevo hito de la fantasía grimdark, para mi gusto mejor que cualquier novela de Abercrombie. Digo en principio, porque si ya se había leído antes «La espada rota», como es mi caso, los paralelismos son evidentes. O mejor dicho, las ideas en las que se inspira Richard Morgan.
No olvidemos además que todo lo que Morgan escribió antes de «Solo el acero», primer volumen de una trilogía de la que también forman parte «El gélido mando» y «La impía oscuridad», había sido ciencia ficción. Y una que le valió el título de escritor con una perspectiva novedosa y brutal dentro del género, no exenta de ideas frescas y sugerentes. Morgan ya era grimdark cuando escribía ciencia ficción .
Todo esto nos conduce a una obra donde casi nada es lo que parece, a una fantasía excelentemente construida, en lo que parece ser una Tierra de un futuro lejano, en el que la Luna ha estallado en millones de fragmentos que se han reagrupado formando un anillo.
En ese mundo la narración es conducida en tercera persona omnisciente y en pasado, lo clásico, con continuos y pequeños flash backs genialmente hilados con el tiempo de la historia, a través del pensamiento de sus tres protagonistas. Se trata de tres antiguos camaradas, héroes de la lucha de la humanidad en esa parte del mundo contra un pueblo de lagartos humanoides surgidos del mar. Pero eso es el pasado. Ahora cada uno intenta vivir como puede, siendo esta una historia que se construye sobre esa pregunta que siempre nos hacemos al final de una obra de fantasía épica: ¿qué pasó después con nuestros héroes?
Si os parecía que el grimdark de Abercrombie era duro y descarnado… bueno… aquello era literatura juvenil comparado con «Solo el acero». No lo digo como una cualidad a destacar, sino como un hecho. Si esta obra me ha gustado más es porque me la creo más. Porque como lector que ama por igual la fantasía y la ciencia ficción, Morgan es mucho más gratificante.
Y atención a las sorpresas que nos aguardan en los dos siguientes volúmenes. Supongo que a casi nadie se le escapa que las novelas de ciencia ficción escritas por Morgan a las que me refería antes son las de la trilogía de Takeshi Kovacs, del que hace poco hemos visto su adaptación a la pantalla en la serie Carbono Alterado, de título igual al libro. Y, si todo va bien, este mismo mes de marzo Gigamesh publicará el segundo libro de esa trilogía, «Ángeles marchitos«.
Pues bien, parece ser que, como sugería el hecho de estar «Solo el acero» inspirado en una obra de fantasía escrita por un eminente autor de ciencia ficción, los siguientes libros de esta trilogía llamada «Tierra de héroes» dejan bien claro que los dos universos litetarios de Morgan, el de fantasía grimdark y el de ciencia ficción, están estrechamente relacionados…
Añadir que la prosa de Morgan, aunque práctica, no está exenta de algunas profundidades y de bellas sutilezas.
La traducción me ha parecido muy buena. Y no hay ninguna errata importante que recuerde.
«Solo el acero» lo publica Alamut en rústica con solapas, en una edición bien cuidada, con paginas que llaman la atención por su grosor, bien cosidas. Tiene poco más de 400 páginas.
Mi valoración personal: 4,5 sobre 5.