
A principios de los años cuarenta del siglo XX, un joven escritor de origen ruso que había emigrado con su familia a los Estados Unidos cuando el pequeño contaba tres años de edad, y se había licenciado en ciencias químicas, gracias al dinero que ganaba su padre con una tienda de golosinas y revistas, comenzó a publicar por entregas en las revistas especializadas de ciencia ficción una serie de relatos. Aquellos acabarían conformando una saga de tres libros y algo más de quinientas páginas, la trilogía original de La Fundación, con los títulos: «Fundación», «Fundación e Imperio» y «Segunda Fundación». El joven Asimov, todo un portento, publicó la saga antes de los treinta años. La trilogía de la Fundación fue premiada años después, en los años sesenta, con el premio Hugo a la mejor saga de ciencia ficción de todos los tiempos, merecimiento que, a mi juicio, todavía es justo. Lo merece por su trascendencia, similar en la ciencia ficción a lo que supuso Tolkien para la fantasía.
No faltan, sin embargo, voces contemporáneas que se alzan, desde los púlpitos de lo ventajista y lo políticamente correcto, a arengar en contra de la obra de Asimov, por el pecado de haber sido escrita según el punto de vista de un hombre de su tiempo. Son críticas mojigatas y pusilánimes, de tontos que protestan porque un árbol no les deja ver el bosque. Críticas que no se dan cuenta de que la esencia de todo lo que nos cuenta Asimov es atemporal, universal, y que trasciende cualquier noción de género o color de la piel. Así lo entendieron los productores de la serie, que la han remozado, poniendo a actrices de ascendencia africana en papeles protagónicos que en la obra literaria correspondían a hombres blancos caucásicos. Y debo decir que me parecería tan estúpido criticar estas decisiones como menospreciar desde el punto de vista de hoy la obra de Asimov por pertenecer a un hombre de su tiempo. A mí la decisión de Apple TV+ me parece muy acertada: dotar a la serie de una pátina de modernidad en ciertos elementos que no son realmente fundamentales, sino puramente accesorios, para que lo esencial, su mensaje, y el sentido de la maravilla que destila la saga literaria, puedan llegar a la audiencia de nuestro tiempo con la menor distorsión posible.
Cabe preguntarse cómo han afrontado los productores la plasmación en la pantalla de la obra de Asimov, más allá de estos detalles. Isaac Asimov escribió tres sagas de novelas bien diferenciadas, las novelas de la Fundación constan de la trilogía original, ya citada, así como de los libros añadidos después, escritos en los años ochenta, pocos años antes de su muerte en 1992, cuando contaba solo 72 años. (murió porque en 1983, en una época en la que apenas aún se sabía lo que era el SIDA, le hicieron una transfusión de sangre por motivo de una intervención quirúrgica en el corazón, tras haber sufrido un infarto, y la sangre de la transfusión tenía el virus del SIDA. Esto no se contó hasta bastantes años después de su muerte).
Las novelas de la Fundación escritas en los 80 son: «Los límites de la Fundación» y «Fundación y Tierra», a modo de secuelas, y «Preludio a la Fundación» y «Hacia la Fundación», a modo de precuelas. Para mi gusto no son tan buenas como la trilogía original, pero no por eso dejan de ser buenas, y de lectura más que recomendable para cualquier fan de la saga, o de la ciencia ficción clásica en general.
En cuanto a sus otras sagas, una de ellas es la del Imperio: «En la arena estelar», «Las corrientes del espacio» y «Un guijarro en el cielo». Esta trilogía de novelas autoconclusivas hace de puente entre las novelas de robots y la saga de la Fundación. Es decir, nos cuenta historias ambientadas en un imperio galáctico del futuro humano en la galaxia, del futuro de la Tierra, pero mucho tiempo antes de los relatos que se narran en las novelas de la Fundación.
Al principio eran series de libros más o menos independientes, que Asimov unió con su trabajo en los años 80. Así, en las novelas de la Fundación de los 80 aparecen personajes sacados de sus novelas de robots, uniendo las dos sagas. Además, en los 80 escribió también otras dos novelas de robots, «Los robots del amanecer» y «Robots e Imperio», que, como el título de esta última indica, unieron su saga de los robots con la del Imperio. Es decir, con sus novelas de los años 80, las cuatro nuevas de La Fundación y las dos de robots, sus tres grandes sagas quedaron inextricablemente entrelazadas, en un solo universo de ficción. (Los títulos de las novelas de robots clásicas son: «Yo robot», colección de relatos de robots, «Las bóvedas de acero» y «El sol desnudo»).
Es ahora cuando podemos hacernos una idea del inmenso acervo de historias que los guionistas tienen para hincar el diente, y para hacer una serie tan extensa como ambicioso sea su planteamiento y exitosa la serie. Además, al contrario que el propio escritor, los showrunners parten con la ventaja de tener una visión global de la obra desde el principio. Así, y al contrario de lo que sucedía en la trilogía original de la Fundación, pueden introducir desde un comienzo personajes robóticos, una especie de pastores de la humanidad, que han estado guiándola desde hace miles de años. De hecho, uno de los protagonistas que veremos en esta primera temporada es un robot humaniforme (Asimov prefería usar esa expresión al término «androide»), pero no diré quién, para aquellos que vean la serie de forma totalmente «virgen», sin saber nada de las novelas.
Por otra parte (por si hace falta recordarlo), esto no será la saga literaria. Será una reinterpretación audiovisual en clave moderna, esperemos que lo más respetuosa posible con la esencia de la obra del neoyorquino, pero en ella los productores serán libres de añadir sus propios ingredientes, y de manejar los tiempos y las formas a su manera. Una de las cosas que más llama la atención de los tráileres es el tema de los emperadores-clones de Cleon (vemos en los tráileres al Cleon niño, al Cleon maduro y al Cleon anciano, además de varios «Cleon» en estado embrionario, en una de las escenas). En las novelas esa idea no existía, que yo recuerde. No había clones. Esto de los emperadores clónicos, por otra parte, podría recordarnos a Star Wars, cuando, de hecho, en general es lo contrario, por supuesto. Las novelas de Asimov fueron uno de los pilares sobre los que se levantó Star Wars. En La Fundación hay parte de la magia de Star Wars. No en vano, Asimov creció deleitándose con el mismo tipo de novelas de ciencia ficción pulp que tanto influyeron en George Lucas, si bien Asimov hizo evolucionar el género, junto a Arthur C. Clarke y Heinlein, hacia eso que hoy llamamos ciencia ficción clásica. Pero los viajes en naves espaciales, los imperios opresores, las disputas comerciales entre mundos, las órdenes religiosas, los contrabandistas… todo eso está ahí, en La Fundación. Aunque no con tantas batallas y aventuras como lo que es típico en Star Wars, las novelas de la Fundación, algo más sesudas y asentadas en el interés del autor por la sociología, la ciencia, la historia y la economía, no dejan de ser, esencialmente también, historias de aventuras, ciencia ficción clásica de exploración de mundos en naves espaciales, aún alejada de la corriente de la ciencia ficción «hard», (mucho más sesuda) que llegaría después. Se manejan en ellas ideas que luego vemos en las películas de Lucas, como Trantor, el planeta capital del imperio galáctico, que es todo él una gran ciudad, un mundo de metal, donde apenas hay zonas verdes a la vista. Solo que en la Fundación no hay Jedis, sino psicohistoriadores. En cualquier caso, en lo audiovisual es evidente la influencia de Star Wars en esta serie.
La Fundación es una de las adaptaciones a la pantalla más esperadas de todos los tiempos. Hace muchos años que se viene especulando con esta adaptación, manejada y postergada por diferentes estudios, hasta haber cristalizado por fin en esta propuesta de Apple TV+, para la que se convertirá, muy seguramente, en la serie que de renombre a la plataforma. Con propuestas bastante logradas ya, como la comedia Mythic Quest (sobre las desventuras de los jefes de una empresa de un videojuego multijugador online), o The Morning Show, serie realista sobre cómo afecta a los empleados de un típico show mañanero de la televisión estadounidense el problema del acoso sexual en el marco del «Me too», pasando por la adaptación en formato serie de La Costa de los Mosquitos, en Apple TV+ han demostrado tener unos estándares de calidad muy altos, con un buen gusto y calidad audiovisual entre los mejores de todas las plataformas actuales.
Fundación se estrenará el 24 de septiembre, cuando podremos ver los tres dos primeros capítulos de los 10 8 de que constará la primera temporada. Si tiene éxito, si los guionistas lo han hecho bien, ya hemos visto que hay material para muchísimo más. Quizá haya sido capricho del destino que se vaya a estrenar en TV casi a la vez que el Dune de Villeneuve en los cines. Personalmente, espero también mucho de la película de Villeneuve, aunque, en cuanto a las novelas, me quedo antes con las de Asimov, sin dudarlo ni un segundo. En un panorama audiovisual en el que muchos estábamos sedientos de grandes propuestas de ciencia ficción, apenas valiendo los últimos experimentos de Star Trek y otras series para saciar esa necesidad (mencionaría por mi parte a Rising by Wolves, The Expanse y The Mandalorian como los mejores, únicos, escasos logros del género últimamente), creo que somos afortunados de vivir en este tiempo en el que la tecnología permite plasmar por fin historias que hacía mucho tiempo que necesitaban ser contadas con algo más que con palabras, para entrar con nueva fuerza en el imaginario colectivo de la humanidad.
Post Data: ¿Dónde están los extraterrestres?
En la galaxia del Imperio y la Fundación de Asimov no hay seres de civilizaciones extraterrestres. Esto es lo que en mayor medida la diferencia (más estéticamente que conceptualmente) de cosas como Star Trek y Star Wars (por citar los universos de ficción galácticos más populares) más allá del estilo. ¿Pero por qué no los hay?
Bueno, principalmente, porque Asimov no los necesitaba para contar la historia que quería contar. Si se quiere buscar un motivo, hace bastante que leí las novelas, y ahora mismo no me acuerdo de si se justifica en algún momento de ellas esa ausencia. ¿Simplemente es que no existen seres inteligentes más allá de la humanidad? Me suena la idea de que los robots humaniformes, pastores de la humanidad que tejen su destino en las sombras, a modo de dioses, fueron preparando el camino humano a través de la galaxia de forma que la humanidad nunca se topase con civilizaciones extraterrestres, pero, la verdad, no sé hasta qué punto esta idea es más bien mía propia, influenciada por diversas cosas que he leído, o si en verdad Asimov llegó a plasmar tal cual esta idea en algún rincón de alguna de sus novelas ochenteras de la Fundación o los robots.
Pero para leer algo que tenga que ver con otros seres no humanos en la obra de Asimov, tenemos «Los propios dioses», que junto a la novela «El fin de la eternidad» son sus dos obras imprescindibles más allá de las otras citadas aquí. Tampoco en la saga de Dune de Frank Herbert (que yo sepa, porque solo conozco el primer libro), hay civilizaciones extraterrestres. Eso no quiere decir que la cualidad de lo extraterrestre no esté presente en la obra de ambos autores, encarnada en diversos elementos, aunque no de forma obvia como en otras ficciones futurísticas. Así, los propios robots y la sensación a veces casi divina que se esconden detrás de la psicohistoria tiene ese matiz más allá de lo humano en Asimov, y lo mismo podría decirse de los gusanos de arena y los mitos que maneja Herbert en Dune. Si nos aproximamos a este asunto desde otra perspectiva, podríamos decir que, dado que para cualquier posible civilización que pudiese existir en el universo, más allá de la humana, el ser humano sería una civilización ajena, en realidad estos autores no necesitan nada más ajeno que lo propiamente humano. Los «extraterrestres» somos nosotros. Y en la búsqueda de lo verdaderamente humano están todas las respuestas. Podría ser que, en este contexto, la civilización humana aún no se haya topado con otras civilizaciones avanzadas (ya sea por azar, ya por la intervención de los robots).
Como curiosidades: En cuanto a Star Trek, mencionada aquí, Isaac Asimov trabajó como asesor para la serie original. Y en cuanto a Star Wars, Ralph Mcquarrie, responsable de los dibujos que diseñaron todo el aspecto visual de Star Wars, fundamentales para que los jefes de Twenty Century Fox diesen el sí a George Lucas para realizar la película, se lo recomendaron años después a Asimov, para que el artista dibujase las portadas de las reediciones de sus libros de robots, así como unas magníficas ilustraciones interiores en blanco y negro. (Esas son las ediciones que yo leí, en formato bolsillo, a principios de los noventa).
Para saber más sobre la vida y obra de Asimov:
FOTOGALERÍA DE LA SERIE FUNDACIÓN, EN APPLE TV+















































