El jardín de la hija de la luna

Blog de literatura fantástica y de ciencia ficción

Breve reseña sin espóileres de «El Mazo de Kharas», de Margaret Weis y Tracy Hickman

Más de una vez he contado la historia de aquellos libros de la Dragonlance que me llamaron desde el expositor de la sección de librería de un viejo centro comercial Simago en Ferrol, desaparecido muchos años ha. Me llamaron como el libro de «La historia interminable» llamó a Bastian Baltasar Bux en la librería del señor Koreander.

Yo ya me había tropezado en mis tiernas andanzas por los mundos literarios de la fantasía con algunos personajes, y con el mundo de Krynn, a través de los libro juegos publicados en España por Timun Mas. Libro juegos que descubrimos, un recuerdo imborrable de mi infancia feliz, en la feria del libro de Ferrol. Primero fueron los libritos rojos de aventuras, y luego los negros de fantasía y de dragones, que ejercieron una atracción sobre mi imaginación que décadas después solo podría equipararse a lo que los libros y películas de Harry Potter supusieron para las siguientes generaciones de humanos que soñaban con vivir en un mundo de magia, seres fabulosos, castillos y hechicería.

Así que ya los pasos de mi imaginación me habían llevado desde Solace hasta Pax Tharkas, y había vivido en primera persona los altos y oscuros designios con que los Magos de Poder manejaban los hilos de personajes como Raistlin Majere, todo ello en los librojuegos avanzados de AD&D.

Por lo que cuando vi aquellos libros con sobrecubiertas negras, brillantes, sencillas como sus dibujos de portada sencillos, pero llenos de misterio y atractivo (desde mi punto de vista, más acertados en ciertos aspectos que las portadas de los libros originales), con títulos como La Tumba de Huma, el primero que hojeé (de pasar hojas), y aparecieron rápidamente ante mis ojos títulos de capítulos tales como «La leyenda del dragón plateado», aquellos libros me atraparon. Aún más cuando entre los personajes de «El Retorno de los Dragones» descubrí que pululaban, como salidos de un reino perdido de la Fantasia de Bastian, algunos tales como Raistlin Majere y su hermano Caramon… a mis 14 años, y en un mundo donde nadie tenía aún Internet y cada descubrimiento era algo casi propio, un hallazgo personal, aquello era como magia.

Gracias a mi madre, en un mundo donde ahorrar las 1.475 pesetas que costaba uno de aquellos libros era una auténtica proeza para un niño de 14 años, me llevé a casa el primer volumen de aquellos tres libros que culminaban con aquel otro titulado «La Reina de la Oscuridad», tan misteriosa y terrorífica sonaba en mi cabeza entonces como sugiere el título. Me leí las densas 479 páginas (nada de groseros interlineados para engordar el número de páginas artificialmente) en dos días y medio, rompiendo todos mi registros lectores hasta aquel entonces.

Luego he leído decenas y decenas, cientos de más libros. Y no, seguramente aquel no fue el mejor que he leído, pero sí un libro inolvidable, que, siendo yo un lector muy poco dado a releer, he leído ya tres veces en mi vida.

Aquel primer libro, titulado en inglés «Dragons of an Autumn Twilight», ese crepúsculo que se reflejaba en la portada española, fue una novelización de los primeros módulos de campaña de Dragonlance, el primer intento, bastante exitoso, de la por entonces propietaria del juego de rol Dungeons & Dragons, TSR, de lanzar una campaña de marketing, fundando toda una franquicia, la Dragonlance, en torno a su juego de rol. Los nóveles autores, Margaret Weis y Tracy Hickman, llevaron a la novela parte por parte lo que acontecía en los módulos, en aquel primer libro. Para los siguientes decidieron volar más por libre, sin querer describir tan literalmente los módulos en forma de novela, y eso, y la experiencia adquirida, hizo que sus libros mejorasen cada vez más.

De Weis y Hickman en Dragonlance merece la pena leerlo todo. No hablaré más que mencionándolas aquí, de sus siguientes obras (me falta por leer su trilogía del mundo ideado por Larry Elmore, que ya la tengo), pero «La Espada de Joram» y «El Ciclo de la Puerta de la Muerte» también son obras de fantasía memorables.

¿Alguna vez os habéis quedado tan prendados de una historia que siempre habéis querido saber qué le pasaba a sus personajes en cuanto cerrabas el libro? pues eso supone el libro por el que escribo esta reseña, que terminé ayer por la noche, para los que disfrutamos tantísimo con «El Retorno de los Dragones». Vale, me diréis que esa historia ya tenía una continuación, «La Tumba de Huma». Sí, pero entre ambos libros pasaban cosas. «El Mazo de Kharas» cuenta esas cosas. De hecho, «El Mazo de Kharas» comienza exactamente en el mismo punto en el que termina el anterior, durante la noche de la boda de Goldmoon y Riverwind.

El Mazo de Kharas se publicó en los años 2000, unos 20 años después de la trilogía original, y es el primero de la trilogía de «Las Crónicas Perdidas», que, como su nombre indica, cuenta hechos vividos por los héroes de aquella trilogía, intercalados entre los ya contados en la trilogía original. Ahora resulta que desde aquel «Mazo de Kharas» hasta ahora han pasado casi otros 20 años, aunque estos mucho más rápidos para mí. Es lo que tiene la percepción espiral del tiempo, hecho constatado por Einstein (no, jaja).

Y cuánto he disfrutado leyendo este libro, volviendo a encontrarme con aquellos personajes tan conocidos por mí. Y es que los autores, con la experiencia que ganaron con los años, entretejieron en este «Mazo de Kharas» una historia en la que la psicología y modo de ver el mundo de cada personaje hace avanzar la historia en una danza perfecta, llena de entretenimiento, maravilla y, sobre todo, DIVERSIÓN. Es un libro lleno de sentido del humor sutil derivado de las respectivas idiosincrasias de cada uno de los personajes y su interacción entre ellos. Los autores te hacen imaginar vívidamente la intención detrás de cada palabra, cada gesto y cada mirada. Hasta la inflexión en sus voces.

No es que sea un libro perfecto. Tiene sus puntos flacos, pero realmente no merece la pena reseñarlos, cuando algo te hace disfrutar tanto. Vale, los antagonistas están para lo que están, al servicio de los héroes, para que se luzcan los héroes que a aquellas alturas, y con la experiencia ganada a lo largo de años y años de escribir novelas, sus autores sabían ya describir tan exquisitamente.

Y poco tengo más que decir en esta reseña. MERECE mucho la pena, si vuelves a leer las Crónicas, intercalar en su lectura esta trilogía de Las Crónicas Perdidas. Minotauro está reeditando ahora mismo TODAS las novelas de Dragonlance de Weis y Hickman, incluidas estas.

En un mundo donde autores que se supone que llegaron a la fantasía para reinventarla, como Brandon Sanderson (y no seré yo quien diga que no disfrutó muchísimo de los primeros libros de El Archivo de las Tormentas y de Nacidos de la Bruma o de Elantris), también es cierto que la gente se pasa de exagerada cuando un autor se pone de moda, y con lo de las novelas secretas se les está yendo un poco la pinza a todos. Trenza del Mar Esmeralda es bastante truñete, y aunque espero mucho de la segunda, la del mago, lo cierto es que se gasta un interlineado totalmente exagerado, para engordar para vender más caro un libro que podría haber cabido perfectamente en 250 páginas. En un tiempo en el que quizá no es siempre oro cuanto reluce, volver a disfrutar como servidor lo ha hecho con esta novela, pone para mi gusto los puntos sobre las íes de la fantasía épica. No porque no se les llame elfos, a veces, tienen por qué ser las novelas de fantasía mejores.

Y para terminar diré que unos 10 años (algo menos) después de leer Las Crónicas de la Dragonlance leí El Señor de los Anillos (antes de que se estrenasen las pelis). Y sigue siendo lo mejor que he leído en mi vida. Dicen ahora de Sanderson que es el Tolkien americano, pero es una reducción muy simplista. No puede ser un renovador de la fantasía y a la vez el Tolkien americano. Pero me voy por los cerros de Úbeda. Solo decir que la evolución desde Tolkien ya se ha hecho, y ese camino lo han asfaltado Tad Williams y George R R Martin, respectivamente, en una dirección; Robert Jordan por otra, y en ese camino sí podemos encontrar también mucho de la obra de Brandon Sanderson.

Como ejemplo más complejo y mastodóntico que casi todo lo mencionado, pero que merece mucho también leer (yo solo he leído el primero hasta ahora), tenemos otra saga de fantasía épica nacida del rol, la de Malaz, del canadiense Erikson. En realidad los minbres son los mismos. Solo que son muchos más mimbres, y más enrevesados.

Pero hubo otro camino anterior a todos ellos, casi siempre denostado, pese a ser anterior, por los que se han tildado siempre de jueces del género, que fue el de estas dignísimas, en algunos puntos ejemplares novelas de Weis y Hickman. A veces apetece algo un poco más ligero, más familiar. Más de casa.

El orden de lectura de las Crónicas clásicas y las Perdidas es sencillo: el primer volumen de cada una, y luego el segundo: 1 clásica, 1 perdidas, 2 clásica, 2 perdidas, etc.

Pero, si se quiere rizar el rizo y seguir en estricto orden cronológico, habría que interrumpir la lectura de alguna novela, así:

«El Retorno de los Dragones»

«El Mazo de Kharas»

Libro I de «La Tumba de Huma»

«El Orbe de los Dragones»

Libro II de «La Tumba de Huma»

«La Reina de la Oscuridad», hasta el Maelstrom

«La Torre de Wayreth»

El resto de «La Reina de la Oscuridad»

Luego:

La trilogía de las «Leyendas de la Dragonlance»

«La Guerra de Caos» (dos libros)

La trilogía de «La Guerra de los Espíritus»

Y por último, el nuevo libro, recién publicado en español: «La hija del destino», primer volumen de la nueva (¿quizá última?) trilogía de Margaret Weis y Tracy Hickman en este mundo, con estos personajes, en los que la trama lleva a una nueva protagonista a llevar a cabo un viaje en el tiempo por el que la historia original se reinicia, y volvemos a visitar a los personajes de siempre desde una nueva perspectiva.






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